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​Cinco años después: las lecciones de la pandemia que no debemos olvidar

Han pasado cinco años desde que el COVID-19 llegó a Chile, marcando un antes y un después en la medicina de urgencia. Lo que comenzó como una noticia lejana en 2019 se convirtió en una de las crisis sanitarias más graves de nuestra historia, una que nos exigió adaptarnos en tiempo récord, enfrentar el miedo y tomar decisiones con escasa evidencia.

Desde la primera confirmación del virus en Talca, en marzo de 2020, los servicios de urgencia se vieron sometidos a una presión sin precedentes. Equipos médicos trabajaron sin descanso, adecuando espacios y protocolos sobre la marcha, enfrentando la escasez de insumos y la incertidumbre de una enfermedad que, día a día, cobraba cientos de vidas. Los profesionales de urgencias no sólo fueron testigos del impacto devastador del virus, sino que también debieron sostener emocionalmente a pacientes y familias en medio del aislamiento y el dolor.

El costo humano de la pandemia fue inmenso. En su punto más crítico, en 2021, Chile registró un promedio de 397 fallecidos diarios. La muerte se volvió cotidiana, aunque jamás dejó de doler. Informar a una familia que su ser querido había partido sin poder despedirse fue una de las pruebas más difíciles para los equipos médicos. Cada decisión era un dilema ético, cada turno, una prueba de resistencia mental y física.

Pero la pandemia también nos dejó aprendizajes que no podemos olvidar. Los servicios de urgencia hoy cuentan con mejor equipamiento y un equipo humano más fortalecido, con especialistas urgenciólogos que demostraron ser claves en la primera línea de atención. Sin embargo, el desafío no terminó con el fin de la emergencia sanitaria.

Cinco años después, la lección principal sigue vigente: debemos estar preparados para lo impensado. La medicina de urgencia es un pilar fundamental del sistema de salud, salva vidas y debe seguir fortaleciéndose. La pandemia demostró la importancia del trabajo en equipo, donde urgenciólogos, enfermeros, kinesiólogos, técnicos y auxiliares cumplen un rol sinérgico y esencial. La pregunta que debemos hacernos hoy no es solo qué aprendimos, sino qué estamos haciendo para que estos aprendizajes no se diluyan con el tiempo.

Porque si algo nos enseñó esta crisis, es que la preparación, una buena formación y la respuesta oportuna pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Dr. Allan Mix Vidal, Presidente SOCHIMU

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